domingo, 27 de enero de 2013

El mundo de Ben (Cont.) 5


El mundo de Ben (Cont.)


5

                Los hechos que sucedieron luego de haber quedado aplastado por toneladas de arena movediza, pasaron por la mente de Ben como pequeños fragmentos de fotografías que veía de vez en cuando. Al principio sentía mucho calor, se sentía asfixiado y no podía ni respirar. De pronto empezó a sentir mucho frío, veía todo negro y por pequeños momentos que entreabría los ojos veía mucha nieve. Ben sintió que se movía, alguien lo estaba llevando cargado. Hizo sus mayores esfuerzos por abrir los ojos y ver quién era, pero su cansancio no se lo permitía. Se sentía muy cansado y débil. Y por un momento aquel frío penetrante pasó a ser más ligero.
                —Al fin despiertas. —Exclamó un hombre de no más de treinta años que estaba junto a Ben intentando encender una fogata.
                Ben se incorporó aún aturdido, no tenía ni idea de donde estaba.
                —¿Dónde está el desierto?¿Qué pasó? —Preguntó mientras se frotaba la cabeza con una mano.
                —¿El desierto? —Preguntó el hombre confundido por un momento—: Ah, así que vienes del mundo B. Te encuentras en el mundo C amiguito, te encontré tirado en el suelo, con casi todo el cuerpo bajo nieve mientras iba a buscar algo de comida y te traje aquí. Me llamo Andy mucho gusto.
                Ben se quedó un momento en silencio pensativo, mirando a los lados. Se hallaba dentro de una cueva solo con ese hombre que no parecía malo. Por fin respondió:
                —Soy Ben. ¿Cuánto tiempo llevo dormido?
                —Un poco más de un año.
El joven de quince años —Ahora dieciséis— quedó petrificado, sin habla. Estaba a punto de desmayarse, pero Andy le dio un pequeño empujón al hombro y volvió a la normalidad.
                —¿Un año dormido? —Preguntó Ben confuso y con ganas de vomitar, tenía el estómago revuelto. —: ¿O sea que llevo aquí en esta de cueva más de un año?
                —Pues sí, te he dado de comer durante todo este tiempo.
                —Muchas gracias por todo, de verdad —Dijo Ben dirigiéndole una sonrisa un poco confusa—. Pero necesito salir de este lugar. Desperté en una pradera, luego llegué a un desierto, entré a un restaurante y unos bandidos me querían robar, así que salí corriendo, llegué a unas arenas movedizas y no recuerdo más.
                —Este es un mundo muy grande amiguito, necesitas visitar muchos lugares para poder salir de aquí, ni siquiera se conoce una salida exacta, pero estoy seguro que en el mundo G podrás encontrar ayuda.
                —¿Cómo llego al mundo G?
                —Pues tienes que atravesar los mundos que preceden a ése. Lo primero que debes hacer es salir del mundo C. La salida está atravesando el túnel bajo la montaña alta.
                —Necesito que me lleves a esa montaña ahora mismo… —Sus palabras se vieron interrumpidas por el sonido de sus tripas pidiendo comida.
                —Será mejor que comas algo antes amiguito —Dijo Andy mientras encendía la fogata y ponía un muslo de pavo al fuego.
Ben no tenía la menor idea de donde había sacado un muslo de pavo en aquél lugar, pero no iba a desaprovechar la oportunidad. Había visto tantas cosas raras que ya se empezaba a acostumbrar. El olor que desprendía era delicioso. Cuando estuvo listo, comieron hasta quedar solo un hueso sin carne.
                —Bueno ahora sí, vamos a llevarte a la cueva. —Dijo Andy mientras ambos se ponían de pie y salían de la cueva—: Llevaremos provisiones para el camino, pues la cueva está algo lejos y con esta tempestad nos cansaremos más y nos dará más hambre.
                Grandes montañas bañadas en nieve se alzaban en aquel lugar, un frío penetrante bailaba en el aire en fuertes ráfagas cortantes de viento que se sentían en la piel como miles de pequeñas hojillas. Ben y Andy iban tapados con ropas de esquimales —Ben tampoco tenía ni la menor idea de donde había sacado aquellas ropas—, con las que aún se sentía el frío, pero no tan fuerte. Ben llevaba sobre la espalda su bolso y Andy llevaba el suyo con provisiones y otras cosas que Ben desconocía.
                —¿Estás listo? —Preguntó Andy gritando por las ráfagas de viento que no dejaban escuchar nada.
                —Sí. —Respondió Ben con los ojos entrecerrados por el viento.
                —Pues vamos. —Concluyó Andy y ambos comenzaron a caminar a través de la inmensidad de aquellas montañas.

1 comentario:

  1. Terminé de leer todo lo que llevas hasta ahora y va muy bien, está interesante, lo voy a seguir a medida que lo publiques.

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