miércoles, 10 de febrero de 2016

Missing (Pensamientos).




10/02/16

            Extrañar. Extrañar es una mierda.

            Vaya que sí.

            Es como un fuego que se enciende en tu interior apenas te despegas de aquello a lo que te mantienes aferrado; aquello con lo que, no quisieras dejar de compartir la compañía. Quemándote cada segundo en el que recuerdas lo que extrañas. Pero al mismo tiempo, y sin ser un caso opuesto, surge un frío interno, casi como una avalancha de nieve o una cascada de agua helada que congela cada parte de tu ser, haciendo énfasis en los lugares donde más duele: el cerebro y el corazón. Entonces estamos ante un descontrol de temperaturas que hace al cuerpo comportarse distinto. Como toda catástrofe natural, el poseedor de ella es quien lleva todo el caos. Algo empieza a ocurrir. Notarás que no te concentras en lo que haces tanto como antes, que tus pensamientos se ven entorpecidos por una imagen, por un recuerdo, por una voz. Notarás del mismo modo que el mundo ante tus ojos aparece ahora distinto, incluso cuando nada en él ha cambiado, pues la revolución ha ocurrido en aquel mundo al que solo tú tienes ojos. Te sientes como una mierda, pero no porque hayas hecho algo malo, sino por aquello que no alcanzaste a hacer. Has disfrutado los días pero, no es suficiente. Entonces empieza la cuenta  regresiva, una cuenta con bases muy vagas que se establecen para buscar la forma de matar a ese fenómeno que ocurre en ti llamado «Extrañar».

            Esto no es todo, algo más está ocurriendo. Una nueva pregunta surge: ¿Aquello que extraño lo hace del mismo modo? Solo puedo esperar a que la respuesta sea positiva. Pero eso no lo respondo yo, sino que queda allí, divagando en el cerebro como un niño perdido en busca de la mano de una madre a la que sostenerse entre la oscuridad. Qué terrible sería extrañar la inexistencia. Hay casos, sí. Es algo que ocurre mucho, y estaría sumamente triste de saber que el mío es uno más del montón. Pero busco la felicidad, busco la forma de asegurarme de que el sentimiento sea mutuo pues, cuando dos cuerpos se extrañan, sus almas parecen estar conectadas aún en la distancia, porque el vínculo por el que ha surgido el sentimiento, se ha establecido ya sobre las bases del amor.


            No hay nada que negar, nada que reclamar, nada por lo que llorar o reír mientras tanto. Solo queda extrañar y, esperar con afán y una sonrisa escondida, el próximo encuentro.