El mundo de Ben (Cont.)
8
Una especie de
almohada gigante acomodaba el cuerpo de ambos, no sabían cuanto habían dormido,
y mucho menos donde estaban. Pero lo que sí tenían claro era que estaban muy
cómodos donde fuera que estuvieran, se sentían cansados y no querían levantarse
nunca de aquella cama tan cómoda como regazo de madre para un bebé. Ben abrió
los ojos y descubrió aquella comodidad.
Se puso de pie
para asegurarse que aquello no era un sueño, o tal vez sí, no estaba seguro,
últimamente todo era tan extraño.
Se hallaban
sobre una larga y ancha nube tan blanca y tan densa como la nieve. Una fría
brisa se cruzó con Ben erizándole la piel. Andy se despertó mirando a todos
lados asombrado. Sobre ellos no había más que la inmensidad del cielo azul que
se conectaba con el espacio exterior. Estaban a bastante altura, lo sabían
porque hacía mucho frío. Muchas nubes de más o menos el mismo tamaño que la que
tenían bajo sus pies, se esparcían a través de aquel inmenso cielo azul más
oscuro que claro.
—¿Qué hacemos?
—Preguntó Andy mientras se ponía de pie y miraba a todos lados buscando qué
hacer.
—No lo sé
bien, la extensión entre una nube y otra es mucha como para intentar saltar de
nube en nube.
—Eso significa
que… —Dijo Andy esperando a que Ben concluyera con la frase.
—Que
tenemos que buscar la manera de salir de
aquí, sin tener que saltar, porque si nos caemos… —Ben cortó sus palabras
mientras se acercaba al borde a la nube y miraba al fondo, no se divisaba bien
lo que podría haber allá abajo. Se podía ver algo azul, todo el suelo azul
difuminado por una ligera niebla que no dejaba distinguir qué era aquello—
Bueno, no sé realmente qué podría pasar, tal vez nos podríamos hacer daño.
Andy emitió un
suspiro de indignación y a este le siguió el de Ben. Ambos paseaban su mirada
por la inmensidad del cielo en el que se encontraban, esperando por alguna
especie de milagro que los sacara de ahí.
Se acostaron
con las manos detrás de la cabeza a pensar qué hacer, y sin darse cuenta se
quedaron dormidos.
Andy abrió los
ojos, la fuerza de la brisa en su cara era increíble; sentía como sus cabellos
bailaban por el viento, la presión le obligaba a entrecerrar los ojos.
Se hallaba
montado en la espalda de un gran pájaro marrón de grandes alas que volaba a
través del inmenso cielo, llevándose por medio cientos de nubes. Andy se giró
en busca de Ben, que no estaba en el mismo pájaro que él. Miró al lado derecho
en el momento en el que pasaba otro pájaro igual a ese que llevaba sobre su
espalda a Ben.
—¿A
dónde nos llevan? —Gritó Andy a Ben.
—Ni
idea. —Exclamó Ben.
De
pronto el pájaro en el que iba Andy giró completamente haciendo que éste
perdiera el equilibrio, cayendo a través de las nubes y el torrente de viento
que se cruzaba con él. Ben emitió una exclamación mientras alargaba la mano en
un intento esperanzado de poder jalarle hacia él, pero su acción se cortó
cuando el pájaro en el que iba se giró también logrando la caída de Ben.
La
caída parecía no terminar, el suelo azul que antes no se distinguía, poco a
poco se hacía visible mientras cruzaban por las nubes y la neblina que se
repartían por el cielo.
Aquel
suelo azul que habían visto desde lo alto de la nube, era agua. Un gran e
inmenso mar se extendía bajo sus cuerpos en caída libre. Ben alcanzó en el aire
a Andy y le tomó de la mano para que cayeran juntos y no se perdieran. Cuando
notaron que faltaba poco para caer, ambos cerraron los ojos y contuvieron la
respiración esperando el golpe contra el agua.
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